Experiencia 22/04/2020

Viajes astrales y sueños lúcidos...

Está noche no podía dormir, mi mujer se movía mucho y me ha despertado en varias ocasiones. En estos casos suelo aprovecharlo en mi beneficio para hacer un nuevo intento de entrar al astral. He querido probar algo nuevo. Leí hace unos años algo sobre la respiración holotrópica, o algo así, y consistía en respirar durante bastante tiempo de forma rápida y un tanto agresiva para oxigenar el cerebro. Estuve haciéndolo hasta aburrirme pero seguro que entre 15 y 20 minutos como mínimo, de hecho al reducir la velocidad en la respiración me dí cuenta de que todavía llevaba un ritmo alto por la inercia que había llevado. Creo que ésta respiración pudo ayudar porque estuve entrando y saliendo al astral a voluntad al menos 4 o 5 veces. Me he divertido mucho teniendo experiencias en las que buscaba mi diversión y placer. He visto mundos con vistas que impresionaban y he interactuado con mujeres muy bellas todo el tiempo y siempre a voluntad, si algo no era de mi agrado lo cambiaba y si no cambiaba a mi gusto me concentraba y entonces sí. Cuando me he divertido suficiente me he querido poner serio y he querido hacer una entrada al astral pensando en mi dormitorio queriendo desdoblarme, que es lo que se me resiste desde hace unos años, y enseguida que cerraba los ojos y me dormía ya estaba de nuevo en el astral. Hice un primer intento al sentir las vibraciones y el estado liviano de mi cuerpo de levantarme de la cama pero pensé que no lo había conseguido por lo real de la sensación de estar en mi habitación, ahora me doy cuenta de que cometí el mismo error que en mis falsas entradas al astral. No hice ningún tipo de prueba para confirmar si estaba o no y simplemente creí que no. Ahora estoy casi convencido de que lo había vuelto a conseguir y dudé porque había estado entrando y saliendo a voluntad con muchísima facilidad. En mi segundo intento ya no estaba pensando en mi habitación porque me despisté analizando el primer intento y entré al astral, de nuevo con suma facilidad, ésta vez sí. Lo primero que vi fue a un vecino del barrio donde me crié, el hermano de un gran amigo de mi juventud. Ahí estaba, de pié y mirándome. Mi primera intención y antes de reconocerlo es de alerta, no miedo, y en cuanto le veo el rostro y lo reconozco es ir rápido hacia él para hacerle ver quién lleva el peso de la situación y ver qué quiere. Se me pasó por la mente que quizás le había pasado algo en la vida real y quería darme algún mensaje porque no entendía porqué apareció. No conseguía que me dijera nada y enseguida me percaté de que aquello no podía ser real, yo no me encontraba en mi habitación, el escenario no era ese y por tanto había vuelto a tener otro sueño lúcido. En estos casos le doy la importancia que tiene un sueño porque lo recrea mi mente, vaya, lo inventa, y no es más que otro sueño muy vivido por donde yo me muevo pero dentro del mundo onírico y no en la realidad. Tras esta última entrada al astral se me pierde poco a poco la concentración, aunque yo me resisto bastante, y todo se encamina hacia un sueño disipándose en mis recuerdos algunas vivencias más. En este último sueño que recuerdo sale el hermano, mi amigo, pero ya no tengo control ninguno sobre lo que sucede y el sueño se emborrona hasta terminar no sé ni cómo. El valor de la experiencia de esta noche está en cómo la respiración pudo dar lugar a entradas múltiples al astral. La sintonía conseguida y la facilidad para dirigir todo a mi antojo haciéndome pasar una noche muy agradable y de difícil olvido. Desde luego soy muy analítico y tengo que volver a intentarlo más veces para poder confirmar que oxigenar el cerebro tuvo algo que ver con todo lo vivido ésta noche y por ello volveré a intentarlo la próxima vez que no pueda dormir.